Por Stephen Grasso
El término dérive, o “deriva” fue acuñado por primera vez por la Internacional Situacionista, refiriéndose a largas caminatas sin objetivo alrededor de sus pueblos y ciudades, reimaginando las torres residenciales, cenotafios y fuentes públicas como si se tratara de castillos de sabiduría, púas susurrantes y estanques de la eterna juventud.
El propósito de la deriva era ver belleza en el paisaje urbano y conquistar la tiranía de la planificación austera y opresiva, a través del poder transformador de la imaginación. A través de la técnica de la deriva, los situacionistas podían cambiar radicalmente su experiencia de la ciudad y convertir espacios grises urbanos decadentes en paisajes mágicos de maravilla y encanto sin límites. Aun así, quizá detuvieron demasiado pronto el ejercicio, en lugar de llevarlo a su conclusión lógica.
Una vez has pelado la cáscara de grisez urbana del mundo y descubierto un mundo mágico lleno de espíritus, la siguiente fase es ver lo que puedes hacer con ese mundo, cómo puedes hablar con estos espíritus y averiguar qué podrían hacer por tí.
La técnica de la deriva no sólo revela magia, sino que es un proceso de vínculo con ella. Tiene muchas aplicaciones distintas, y puede usarse en variedad de contextos. Puede usarse como un método de comuniacción directa con el “genus loci” o espíritu de un lugar en particular o de un área geográfica más ámplia, o como forma de diálogo con cualquier entidad con la que estés trabajando. Puede servir como un método de recoger potentes ingredientes y materiales para rituales, o para buscar respuestas a cuestiones adivinatorias. Las aplicaciones prácticas de la deriva son numerosas, y el mago imaginativo descubrirá sin duda muchas más. Puede llevarse a cabo practicamente en cualquier sitio y momento; así, es ideal para esas situaciones en las que no estás preparado y quieres improvisar alguna forma de magia poderosa.
Los mecanismos de la deriva son sencillos. Estás intentando caminar entre mundos y traer algo útil. Es en esencia un viaje chamánico que tiene lugar en tiempo real, como el opuesto al concepto de viaje interno (como los trances de percusión de tribus indígenas como los jíbaros). La deriva te fuerza fuera de tu cómodo templo con calefacción central y te pone en el mundo como muy pocas prácticas en lo oculto. Saca tu magia al mundo, en un sentido muy real y muy físico.
Una deriva puede empezar de muchas maneras, dependiendo de la situación y el intento. A veces las derivas pueden ser espontáneas. Si has internalizado la práctica lo suficiente, no es raro verte arrojado a una deriva chamánica virtualmente en cualquier momento. Salir a por un brik de leche, volver a casa desde el pub o ir de tiendas pueden transformarse a menudo en magia fuerte de un minuto al otro. La deriva espontánea puede afilar tu sensibilidad y adapatabilidad a un grado muy alto, pero para obtener los mejores resultados, tienes que ser capaz de recibir y filtrar “información” de forma efectiva. La deriva es una práctica oculta de alto riesgo en lo que respecta a tu salud mental, ya que favorece un nivel de apertura a la comunicación espiritual que puede dar miedo. Antes de que te des cuenta, eres ese tipo loco que habla con cosas invisibles por la calle y busca en las papeleras secretos ocultos. Esto va bastante unido a esta forma de trabajar, así que para empezar, es bastante útil aprender un método de activarlo y desactivarlo.
Es importante recordar que lo que estás haciendo es intentando “caminar entre mundos”, con el énfasis en la palabra “entre”. Es relativamente fácil acabar en caída libre con esta práctica y convertirte rapidamente en un paranoico lunático, pero no es lo que se pretende. Es tu habilidad como hechicero lo que te permite navegar con seguridad las áreas más salvajes de la consciencia y traer algo útil de vuelta. Para conseguir asentar la práctica de la deriva, has de desarrollar suficiente capacidad a la hora de mediar entre tu existencia normal del día a día y la experiencia hiper-real chamánica.
Para empezar la deriva, es buena idea buscar un lugar adecuado; un punto físico de acceso que te permitirá entrar en la realidad chamánica y regresar cuando el trabajo esté acabado. El punto más inmediato y accesible hacia la realidad chamánica es, por supuesto, el cruce de caminos. Cualquier lugar habitado tendrá un cruce de caminos con uno u otro aspecto bastante cerca, y el cruce de caminos es el símbolo supremo de la intercesión entre los mundos. Sin embargo, cualquier trabajo relacionado con los cruces de caminos cae dentro del territorio de diversos Dioses, Diosas, Santos, Espíritus y Misterios asociados con ellos. Necesitas pedirles permiso antes de que puedas atravesar el umbral. Esto es más sencillo de conseguir si ya mantienes alguna relación con una o más de estas entidades. El modus operandi genérico sería hacerles ofrendas adecuadas y preguntar si abrirán la puerta para tí, permitiéndote atravesarla y conseguir el intento de tu deriva. Deberías buscar su bendición para tu viaje y pedirles que se aseguren de que vuelves sano y salvo.
Los misterios de los cruces de caminos son esenciales para operar con esto; es posible aun así empezar un viaje chamánico con un estilo más libre, utilizando un cruce físico como una puerta, un arco, un callejón estrecho o una ruta que simbólicamente sea similar, ya que estas estructuras aún caerían bajo el dominio del “cruce de caminos” a un nivel esotérico. Es decir, si la operación al completo se lleva a cabo bajo los auspicios específicos de una entidad propia de un cruce de caminos, tanto con su permiso como con su implicación, es bastante probable que obtengas resultados mucho mejores. Una vez se han llevado a cabo las ofrendas y se ha recibido permiso, puedes comenzar la deriva. Atraviesa el arco/puerta/etcétera de tu lugar de partida o sal de la encrucijada por algún camino distinto al que llegaste. Ahora estás entrando en la realidad chamánica.
En las primeras etapas de la deriva deberías empezar a conectar con tu entorno. Presta atención a lo que está sucediendo alrededor e intenta leer el lenguaje de la ciudad, o del lugar en el que estés. Busca graffitis extraños, titulares en periódicos viejos, palabras extrañas o frases que salten sobre tí desde lo que en otro caso serían orígenes inocuos, etcétera. Presta atención a los trozos de conversación que escuches, a las letras de las canciones que surjan de las radios de los coches, o a los anuncios de las estaciones de trenes. Estás buscando un signo o una señal que pueda ser interpretada en relación a tu intento, tu intención en el viaje. No intentes forzarlo o fabricar algo que coincida, relájate en la deriva y espera que algo surja por sí mismo. El proceso de la deriva es un diálogo en dos sentidos con los espíritus.
Quizá tengas que ser paciente, pero lo sabrás cuando estés sobre la pista correcta. El primer trozo de información que atraviese hasta tí bien responderá tu pregunta, bien te enviará a la siguiente etapa en tu viaje. A veces las derivas pueden resolverse muy rápido; por ejemplo, minutos después de dejar el punto de acceso, ves un trozo aleatorio de arte callejero que responde a tu pregunta en términis inequívocos. Si esto sucede, sólo tienes que volver al cruce de caminos, agradecer a los espíritus y pedirles que cierren la puerta para tí. A veces es así de simple. Sin embargo, a menudo la primera señal que recibirás te enviará a algún otro lugar, o sólo te contará parte de la historia, de forma que continúes y busques más pistas. Puedes llegar a cierto punto en el que tengas la sensación de estar siguiendo un hilo simbólico a través de la ciudad. Cada signo que recibes te lleva un poco más allá hacia tu destino y la realización de tu intento. A veces puede que pierdas el hilo por completo y te encuentres sin tener ni idea de adonde ir. Si esto sucede, relájate e intenta “conectar” de nuevo, retomando el hilo para seguir el rastro correcto.
Ocasionalmente los espíritus te arrojarán alguna pista un tanto retorcida; por ejemplo, puede que encuentres un fragmento de mapa que sugiera con fuerza que has de coger un autobús hasta el otro lado de la ciudad para acabar tu búsqueda. O podrías verte en un viaje elaborado y agotador a través de la ciudad, para acabar viendo que lo que buscabas se encontraba enfrente de la puerta de tu edificio. En una deriva, puede pasar cualquier cosa. Estás entrando en una zona de potencial aumentado, y debes estar preparado para cualquier resolución.
Uno de los mayores obstáculos para que una deriva tenga éxito es tu consciencia de tí mismo. El mensaje de la deriva podría dictarte claramente que debes hacer algo que parte de tí rechaza. Podría pedírsete que robaras algo que destaca de un lugar público, o que te comportes de una forma realmente inusual en un lugar extremadamente inapropiado. A menudo, todo lo que se puede hacer en circunstancias como esta es ir más allá de lo que tu condicionamiento social te limita y… tener fé en el nombre de la magia. Es sorprendente hasta que punto puedes hacer cosas en público sin que nadie reaccione, especialmente en las grandes ciudades.
La deriva puede resultar a veces un trabajo duro, y si no consigues superar esos momentos de “qué coño estoy haciendo”, no estarás metiéndote por completo en el proceso. Una técnica psicológica útil para librarte de tu propia vergüenza o consciencia de tí, es poner a un lado el intento de la deriva por un momento y considerarla sencillamente como un ejercicio abstracto en decondicionamiento.
Si te ves dudando sobre alguna acción inofensiva pero extremadamente peculiar, como coger un viejo zapato a plena luz del día y ponértelo en lugar de uno de los tuyos, o coger algun objeto extrañamente resonante del centro de un lugar lleno de gente, entonces has descubierto sin advertirlo algo muy interesante sobre tí. Has descubierto uno de los muros de tu personalidad, algo que pone límites en lo que consideras personalmente como un comportamiento aceptable en público. ¿Qué está haciendo ahí? ¿A qué propósito sirve? Mira de cerca a las respuestas emocionales que has generado y mira lo que puedes descubrir sobre tí mismo. El proceso de intentar moverte más allá de una de estas pequeñas barreras para adquirir un objeto de poder podría considerarse por derecho propio un poderoso acto chamánico.
Uno de los aspectos más difíciles y complejos de esta forma de trabajo consiste en saber encontrar el equilibrio adecuado entre dejarte llevar y tejer lo que sucede en tu camino hacia el objetivo final. Tan fácil es ser distraído por fenómenos tangenciales y olvidar por qué estabas haciendo la deriva, como estar tan centrado en tu intento que pases de largo con el material importante. Encontrar el equilibrio adecuado es algo que sólo viene de la práctica y la experiencia; no seas demasiado duro contigo mismo al principio. Ve allá donde te lleve la deriva, pero siempre mantén en mente las razones por las que te embarcaste en este viaje. Si sientes que te estás desviando demasiado del camino, no temas guiarte con suavidad de vuelta. Si atraviesa hasta tí algún material tangencial o extraño que parezca no tener relación con tu objetivo, puedes tomar nota para investigarlo otro día; puede que se necesite otra deriva para descubrir sus misterios.
Para contextualizar esto un poco, aquí planteo unos pocos ejemplos prácticos sobre situaciones en las que se puede usar la deriva. El método es ideal para trabajos adivinatorios, en particular si necesitas obtener una respuesta rápida a alguna cuestión importante pero no tienes acceso a parafernalia como cartas de tarot o piedras rúnicas. Puedes usar una breve deriva adivinatoria en un descanso para comer, o de vuelta a casa desde el trabajo, o en cualquier situación en la que necesites obtener información en poco tiempo a través de métodos no-ordinarios.
Requiere poco en cuanto a preparar y planear; visita el cruce de caminos, haz tus ofrendas, plantea la pregunta y ve a ver qué respuesta viene. Una práctica relacionada de obtención de información es la adivinación subterránea, que puede llevarse a cabo en cualquier ciudad que tenga metro. Empieza la deriva cerca de la entrada a la estación y visualiza literalmente tu descenso al metro como un viaje chamánico al mundo que reside bajo la superficie buscando conocimientos escondidos. Estás descendiendo a un paisaje extraterrestre con paredes de azulejos blancos, ásperas luces fluorescentes y gusanos de metal que se arrastran a través de la tierra portando humanos semiconscientes. Cabalga las líneas hasta que encuentres la respuesta que buscas. Habla con sus ciudadanos, lee sus paredes, escucha sus voces e intenta entender su lenguaje. Puede que quieras ofrecer tu pago a algún vagabundo subterráneo como pago por la información que recibas.
También puede usarse la deriva si necesitas llevar a cabo alguna hechicería espontánea y no tienes acceso a las herramientas o al templo que uses habitualmente. Empezarías la deriva de la forma habitual pidiendo ser guiado para obtener ingredientes para acumular en alguna bolsa de componentes u otro objeto fetiche, que en un aprieto podría construirse con papel o similar atado con una goma elástica, con una bolsa de supermercado… caminas por las calles hasta que encuentras una serie de elementos específicos para la bolsa, los cuales deberían tener alguna correlación con tu intento. Los ingredientes podrían ser cualquier cosa, desde plantas que te llamen la atención y crezcan entre las piedras del pavimento, a sígiles derivados de graffitis en las paredes, a cualquier cosa que sientas que es adecuada o se te manifieste de alguna forma extraña. Cuanto más a menudo trabajes con la deriva, se te dará mejor reconocer y adquirir lo que necesitas.
Después de un tiempo, puede que te veas a tí mismo incluso desarrollando algún “lenguaje” de ingredientes para utilizar en un trabajo de esta naturaleza. Como siempre, resiste la tentación de hacer alguna lista arbitraria de correspondencias estéticamente placenteras. Los ingredientes deberían serte revelados a través del proceso chamánico en vivo de la propia deriva. Si quieres está bien montarte un sistema simbólico una tarde con una taza de té y galletitas, pero es un atajo que hace que no estés implicándote por completo con lo que llamaríamos la realidad chamánica. Las correspondencias pueden inventarse después del hecho; deben serte reveladas directamente por los espíritus, durante la deriva y en el momento. Eso es lo que les da poder y significado. Si evitas toda esa parte y decides que, por ejemplo, las colillas representan la concha del alma humana, estás quitando toda la magia que pueda tener el proceso. La magia sucede en territorios salvajes e impredecibles fuera del ego individual, y no puedes acercarte de ninguna forma a esos lugares si no relajas el control y dejas que el material emerja por sí mismo. Una vez has hecho tu deriva por ingredientes y están en tu bolsa de componentes, puede que quieras buscar un lugar apropiado para cargarla. Si aún no estás familiarizado con la psicogeografía de un lugar, deja que la deriva te guíe al sitio adecuado. Puedes hacer ofrendas a los espíritus asociados a ese sitio en particular, o a los Dioses o Diosas con los que trabajes regularmente, y pedirles que den poder a la bolsa por tí. Esto podría requerir dejarla escondida en algún sitio en particular, y volver después de un determinado periodo de tiempo a recogerla. O podría significar caminar en el sentido opuesto a las agujas del reloj alrededor de una estatua o un edificio siete o nueve veces con la bolsa en tu mano. O cualquier otra cosa. Habla con los espíritus, escucha lo que tengan que decir, y no hagas tratos que no estés dispuesto a cumplir.
Si planeas trabajar regularmente con el método de la deriva, deberías acabar por familiarizarte de alguna manera con el paisaje oculto de la ciudad donde vives. Intenta aprender lo que puedas sobre la historia local, mira mapas viejos de la zona, invierte mucho tiempo derivando y aprende el paisaje, el entorno y sus ecosistemas por dentro y por fuera. Podría haber alguna vieja encrucijada, o piedras o viejos árboles, bellos ríos, hospitales escalofriantes, pozos de los deseos, castillos encantados o poderosos garitos nocturnos en tu ciudad. Pon atención con lo que sucede en estos lugares. Visítalos a menudo habla con los espíritus que los habitan y busca hacerte su aliado.
Acepta la responsabilidad sobre el lugar donde vives y operas. Juega el papel del hechicero local en tu zona. Hazte amigo de los poderes que haya e intenta tender relaciones de beneficio mutuo con ellos. Escucha lo que quieren de tí y mantén siempre tu parte del trato. Siempre hay sacrificio, y no se obtiene nada por nada. Si pruebas que estás dispuesto a implicarte en preocupaciones de tu ciudad, será más fácil que cooperen contigo. Descubre qué tratos están preparados los fantasmas y espíritus de tu ciudad para hacer contigo, y qué regalos podrían proporcionarte.
No hay libro de reglas ni guías paso a paso para este tipo de juego-trabajo, se trata todo de relaciones personales e interacción directa. Todo lo que puede darse son pistas y apuntes basados en la experiencia. Esta guía se ha escrito principalmente desde la perspectiva del hechicero urbano, pero sus principios pueden aplicarse facilmente a un entorno rural o a cualquiera que sea en el que el hechicero viva. Si vives fuera de la ciudad, puede que encuentres que la información emerge a través de fenómenos como el vuelo de pájaros, la disposición de unas ramitas en la tierra, la forma que toman las nubes, las figuras formadas por maderas flotando en la playa, y muchos otros factores ambientales,… prueba experimentar en distintas localizaciones, para ver qué sucede.
Publicado originalmente en Zona de Caos
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada